Publicado por Fran Ormad (Chiwaka) 6 de octubre de 2010

Época Imperial

La época que va desde Augusto hasta Diocleciano, se ve Sicilia, libre del vínculo de la unicultura granaria y de la obligación del pago de la décima, sale de las condiciones de perificidad con comparación a Roma y vive de lleno su rol de provincia.

Dos posturas:

Según algunos estudiosos, aún en el juicio del paradigma de la historia política o local, habría sido el origen para la isla de un periodo de decadencia y de aislamiento respecto a los dos últimos siglos de a.C.

Contra esto hablan las fuentes arqueológicas, las cuales presentan una Sicilia, de lleno inserta en el tejido del imperio, sin particulares diferencias, en cuanto a formas de vida urbana, respecto a grandes provincias como Asia o África.

Desde el punto de vista administrativo los eventos más importantes de la edad imperial para Sicilia están representados en la decisión de Octavio, que en el 36 a.C. después de derrotar a Pompeyo, establece Tauromenio como sede de colonia. Y ya como Augusto en el 22 a.C. hace lo mismo estableciendo grupos de veteranos, para Siracusa, Catania, Tindari e Termini. Tales decisiones colocaron la ciudad en una posición privilegiada, pero sobre todo es la primera muestra al establecer cuerpo cívico de veteranos de origen itálico, de difusión del latí en Sicilia, iniciando el proceso que acabara venciendo el latín sobre el griego.

Vespasiano, estará en la misma línea de Augusto, que distribuirá por el territorio entre Palermo a Segesta a veteranos y libertos imperiales. A los severos se debe con mucha posibilidad la elevación a rango de colonia a las ciudades de Lilibeo y Palermo.

Sicilia conoce un nuevo impulso durante la edad imperial, que interesó especialmente a las ciudades costeras. La base de este impulso está en la liberación del pago de la décima. Esta situación permite diferenciar su producción agrícola dejando espacios para la cultura del olivo y la vid, y sobre todo realzar sus contactos comerciales con otras regiones del Mediterráneo y en particular con el norte de África.

Durante la edad Imperial el grano continuó siendo cultivado en Sicilia y seguirá siendo enviado a Roma en tiempos de necesidad, pero la extensión de tierra dedicada a su producción se redujo.

Respecto a la edad republicana, durante el imperio parece haber cambiado el régimen de la propiedad con un significativo crecimiento del número de grandes propietarios entre los cuales primaba el emperador y los senadores. Esto se produjo en el territorio de interior.

En las ciudades costeras siguió dominando la pequeña y media propiedad. Las rutas comerciales favorecieron los contactos entre Sicilia y el norte de África.

Un gran cambio en la situación de Sicilia fue introducida de la reforma administrativa de Diocleciano a finales del III d.C. El emperador divide la península en dos áreas: La Italia annonaria (en el norte), que gravita sobre Milán. Y la Italia suburbicaria (al sur), que gravita sobre Roma.

Sicilia inserta en la Italia suburbicaria, esto favoreció para consolidar sus vínculos con la península. Esto no significó la interrupción de los intercambios y contactos de Sicilia con el norte de África las regiones del Mediterráneo oriental. Esto trajo tras siglos de “autonomía” provincial bajo el imperio, era ahora claramente italiana.

En el territorio de la isla muchos fueron los efectos de esta nueva condición. Al otro lado de ciertas intervenciones públicas (como postas de correos en el area interna), más significativa es la aparición de grandes propietarios, pertenecientes al orden senatorio, que en el curso del IV en sus tierras edificaran villas lujosas como la de PIAZZA ARMERINA, caracterizada por refinada arquitectura y una espléndida pavimentación en mosaicos.

En los primeros decenios del IV se retornará en sustancia para la isla una situación muy similar a aquella del momento en que había sido reducida a provincia. En los 500 años transcurridos de dominio romano en Sicilia, partiendo de una condición de fragmentación étnica (Sículos, Sicanos, griegos, elimis) se había llegado a una entidad unitaria que atravesó los siglos y las dominaciones.

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